
Arturo Zaldívar, ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha sido señalado en un escándalo revelador que detalla su ascenso al poder. La investigación conocida como #TelevisaLeaks ha expuesto prácticas inquietantes relacionadas con su carrera política.
Durante su mandato en la SCJN, Zaldívar fue apoyado por una red de bots, campañas manipuladoras y contratos millonarios gestionados por Televisa junto a la firma Metrics to Index. Esta colaboración le permitió aumentar o controlar su popularidad en plataformas digitales como Twitter y YouTube, a expensas de deslegitimar a sus oponentes.
Los datos obtenidos sugieren que Zaldívar disfrutó de contratos que suman más de 61 millones de pesos, uno de los cuales fue destinado a un documental controvertido titulado “Caníbal”, el cual, aunque financiado con fondos públicos, terminó bajo el control de intereses privados.
La investigación indica que existía un “cuarto de guerra” dentro de Televisa, donde se orquestaron campañas para promover la imagen de Zaldívar y desviar la atención de sus críticos. Además, se descubrió que dos funcionarios de la Corte eran cómplices, operando desde las oficinas de la televisora para socavar la reputación de otros ministros, tales como Alberto Pérez Dayán y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, acusándolos de corruptos sin base real.
A través de cuentas falsas y plataformas como “Conspiracción”, se lanzaron ataques virales contra otros aspirantes a la presidencia de la SCJN, mientras que se inflaron cifras favorables a Zaldívar. Tras su salida de la Corte en 2023, Zaldívar asumió un nuevo rol coordinando política y gobierno bajo el mandato de Claudia Sheinbaum, respaldando una reforma judicial que ha generado un amplio debate. El legado de Zaldívar en el Poder Judicial está marcado por la manipulación y el favoritismo que, si se confirman los informes, podrían señalar uno de los mayores escándalos de tráfico de influencias en la política mexicana reciente.